ARROZ CON POLLO Y VERDURAS

Ingredientes (Para 4 personas)

3 dientes de ajo
1 cebolleta grande
1 pimiento verde
1/2 pimiento rojo
1 tomate muy maduro
4 alcachofas
Unos ramilletes de coliflor (150 gr.)
2 muslos y contramuslos de pollo deshuesados
Arroz (400 gr.)

Caldo de pollo (800 ml.)
Sal
Una hoja de laurel
Aceite
Media cucharadita de pimentón dulce ahumado
Colorante alimentario

Elaboración
1. Deshuesa los muslos de pollo y trocea la carne en dados.
2. Lava las verduras.

3. Pela y pica muy finos (brunoise) los ajos, la cebolleta, el tomate y el pimiento verde.

4. El pimiento rojo  puedes picarlo a bastoncitos.

5. Retira las hojas verdes de las alcachofas y saca los corazones. Pártelos en cuatro trozos, retirando la pelusilla del centro.

6. Divide la coliflor en ramilletes pequeños.
7. Pon a calentar un poco de aceite, cuando esté bien caliente dora los trozos de pollo a fuego vivo. Retira, sala y tapa.

8. Reduce el fuego y en el mismo aceite echa el ajo hasta que dore.

9. Añade la cebolla  con un poco de sal y deja que sofría unos minutos hasta que comience a volverse transparente.
10. Añade sucesivamente salando un poco cada uno y dejando que cada alimento sofría unos minutos: los pimientos, el tomate, la coliflor y las alcachofas. (Todo a fuego suave para que los vegetales vayan soltando agua).

11. Incorpora el pollo junto con el jugo que haya soltado y la hoja de laurel.

12. Pon el arroz y dale una vuelta hasta que se transparente, a continuación el pimentón y enseguida el caldo y el colorante.
13. Añade una pizca de sal, que después corregirás si es necesario

14. Cuece a fuego vivo al principio y bajando cada vez más según reduzca el caldo durante 18 min. aproximadamente. Deja reposar 3 o 4 min. y sirve.

La gracia de un buen arroz es, sin duda, un buen caldo. Puedes elegir los ingredientes que prefieras: siempre tendrás un arroz maravilloso si te esmeras en la elaboración del caldo. Con muy pocos elementos obtendrás un gran sabor.

El secreto de este arroz reside en el pimentón ahumado que le da un sabor a lumbre y a campo que nos transporta a otros tiempos donde la escasez alimentaba el ingenio y convertía a este tipo de platos tan humildes en festivos.