Ingredientes
1 Kg. de alcachofas
¼ Kg. de almejas
Perejil
2 dientes de ajo
1/2 vaso de vino
blanco
1 cucharadita de
harina
1 cayena
Sal
Aceite
Elaboración
- Pon las almejas en agua fría con sal, para eliminar posibles restos de arena, durante 15 min. al menos. Remueve de vez en cuando.
- Limpia las alcachofas retirando la mitad del tallo y las hojas externas hasta llegar a las más claras. Pela el trozo de tallo que has dejado y corta la flor por la mitad más o menos.
- Pártelas en cuartos -o en mitades, según sean de grandes-.
- Ponlas en agua con abundante perejil (o limón, aunque éste alterará su sabor) conforme las vayas limpiando. Cubre con papel de cocina sobre el agua para evitar que floten.
- Pica muy finos los ajos y el perejil.
- Calienta bien una sartén y añade las almejas escurridas.
- Echa un chorrito de aceite y añade el ajo picado y la cayena. Cuando dore ligeramente incorpora una cucharada de harina y remueve bien.
- Añade sal y medio vaso de vino blanco, tapa y deja que de un hervor durante un par de min.
- Destapa y sácalas conforme se vayan abriendo. Reserva.
- Añade las alcachofas y agua hasta cubrirlas. Sala.
- Cuécelas a fuego suave hasta que estén blandas (unos 20-25 min.)
- Incorpora las almejas y deja cocer todo junto otro min.
- Espolvorea con perejil.
Las alcachofas son oriundas del norte
de África, lo que explica que su cultivo esté muy localizado en países de la
cuenca mediterránea. Su nombre significa
"lengüetas de la tierra", en referencia a sus hojas. Fueron los
árabes, durante la Edad Media, quienes extendieron el cultivo por Europa. Su
fama como alimento afrodisíaco favoreció e incrementó su empleo culinario. Es
propia del invierno. La recolección suele comenzar hacia el mes de octubre. Por
tanto, la mejor temporada es durante el otoño, hasta las primeras heladas de
diciembre, y en primavera, que es cuando finaliza la cosecha de alcachofas en
el área mediterránea. El clima cálido y seco provoca que las hojas del fruto se
abran rápidamente, pierdan ternura, consistencia, y que adquieran un sabor
amargo y una apariencia poco atractiva.
A la hora de comprar alcachofas, hay
que seleccionar las más pesadas en proporción a su tamaño, con las yemas
compactas, bien formadas y de color verde claro. El tamaño no afecta a la
calidad de la alcachofa. Para comprobar su frescura se puede apretar la
alcachofa cerca del oído; si se escucha un crujido, aún está fresca. Si las
hojas están blandas en la base o se abren con facilidad y presentan partes
pardas, no está fresca.
Las alcachofas combinan muy bien con
cualquier marisco y también con muchos pescados. Tienen la virtud de dar tanto
como toman: dejan un regusto muy agradable en cualquier guiso en que las
incorporemos, pero, a la vez, se llenan de los sabores de los ingredientes que
las acompañan. Generosas y equilibradas.











No hay comentarios:
Publicar un comentario